sábado, mayo 27, 2006

CAPITULO III: El Dueño’e Monte

El Dragón de las alturas
CAPITULO III: El Dueño’e Monte


Madrigoloide había llegado al país de Estamos Jodidos de mojado, cuestión que lo hizo esconderse de las autoridades, por lo que buscó refugio y pasó la noche en una pequeña madriguera abandonada, amaneció y él dormía, a
l mediodía seguía durmiendo y no fue hasta entrada la tarde que se despertó, entonces no hizo nada, luego se puso a pensar estupideces, se entretuvo bastante mientras se rascaba y sacaba pelusas del ombligo, después no hizo nada de nuevo y luego pensó más estupideces, fue hasta entonces que decidió seguir su búsqueda del Dragón de las Alturas, no porque tuviera ganas sino porque tenía un hambre que lo llevaba putas. — Y me hubiera llevado una de las de ayer— exclamó —la pasaría un poco más entretenido — y enfadado recordó como las sirenas de la policía le habían arruinado la noche.
Caminaba por un trillo seco, la vegetación era nula, solo cadáveres de árboles se mantenían en pie, grandes columnas inertes de madera acompañaban su marcha mientras gritos aterradores sonaban por aquí y por allá. Buscó que comer y se tuvo que conformar con unos hongos que yacían sobre un árbol putrefacto.

El cambio fue repentino, ahora caminaba, que decir caminaba, ¡volaba! Sí volaba sobre verdes bosques cubiertos de flores, y los ayes y sonidos lastimeros que se hacían oír por todo el lugar eran alegres risas de ninfas que lo invitaban a jugar, aparecieron de nuevo sus viejas amigas las luces, lo rodeaban, hacían figuras en el cielo y luego explotaban en miles de colores, lo guiaban donde las risas de las dispuestas ninfas se hacían más fuertes, pero los risas se fueron convirtiendo en gritos desgarradores que helaban el alma, era “una voz muy misteriosa, así como de otro mundo, así como temblorosa, una voz como de espanto, una voz como de asuste” que gritaba Cujeeeehhh, cuujeehhssss, CUJEEEHHHSSSS, todo se oscureció y fue apareciendo en medio de una fuerte luz el ser que propinaba los aterradores alaridos. Madrigoloide corrió como nunca antes lo había hecho, corrió… sí corrió a buscar más hongos, pero aquel ser lo apresó con unos brazos fríos y duros como de metal. Era el Dueño’e Monte y ahora nuestro héroe estaba en su poder.

No hay comentarios.: