lunes, agosto 31, 2009

El Salto

La Caída


Y efectivamente lo que esperaba que sucediera pasó, no tenía noción de lo que sentiría, pero estaba seguro que no sería agradable, pocas veces se experimenta tan rápido la consecuencia de una acción que se ha tomado solo segundos atrás.

Cuando abrió los ojos caía, más y más rápido, todo su cuerpo se erizó. El follaje, manchas verdes que pasan al lado, aumenta la sensación de rapidez. En una nebulosa se acerca el lecho del río, y aquella roca pequeña desde el puente, aumenta de tamaño hasta poder contener cómodamente todos los pedazos de un cuerpo hecho añicos.

Un escalofrío nació desde lo más hondo, solo pensó en disfrutar el momento. La caída se hacia eterna, no podía respirar. Su espíritu se fue desvaneciendo, perdiendo volumen, se iba escapando, dejando una estela en el vacio por el que se precipitaba, como un pincel cargado de pintura que se desliza sobre el lienzo y deja una línea cada vez más fina.

Al final cuando creía que no podía más, cuando gritaba sin gritar que alguien lo sacara de ahí, que parara, que ya no quedaba más pintura en el pincel, sintió que la velocidad disminuía y el tirón de los pies le hizo comprender que había llegado al final de la caída. Se preparó para el asenso, y mientras la liga gigante sujeta a sus pies lo disparaba hacia el cielo, su espíritu retornó, más grande y más vivo, el pincel fue cargado de nuevo, esta vez sumergido en pintura más brillante y colorida; y así con el espíritu lleno, con el cerebro cargado de secreciones, quiso gritar, quiso dar a conocer lo que sentía, que estaba vivo, que era único, varías frases se mezclaron pero solo una broto de su boca, una que lo identificaba y pocos comprendían:

¡Madrigoloide vive!

Y mientras seguía rebotando, dio gracias por la vida, y con una sonrisa en el rostro el fondo del río lo vio alejarse, mientras lo subían hacia lo alto del puente.





PD: Mientras editaba esto me dí cuenta que los muchachos de @GentePlay me estan premiando con una llave maya de 4 GB por participar en un micro concurso en twitter. ¡Gracias!

Y feliz dia del blog a todos
.

Estoy de twitter me esta saliendo rentable, follow me: @madrigoloide



domingo, agosto 16, 2009

Polvo de Estrellas



Las estrellas inician pequeñas, creciendo entre nubes, misteriosas y frágiles, tomando vida, hasta que de pronto surge la chispa, nacen, en una explosión de energía, llenando de luz y calor al universo.


Así también pronto entre nosotros nacerá una estrella y con su nueva luz iluminara a todos los que la rodean, nos dará calor e iluminara nuestras vidas.


Habrá entonces en el cielo una nueva estrella, y nuestros corazones un nuevo amor.
Bienvenido al mundo Omar Ignacio y felicita a tus papás de mi parte.

Te quiere:

Tío Madrigoloide.






sábado, junio 13, 2009

Polvo rojo

Matando, estoy matando, limitando la vida.

Pero no se acaban, los derribos y otros los suplantan, tengo que detenerlos, salen como roedores de sus agujeros. Aquel corre rápido, apunto y disparo, lo veo caer ¿le di? No, se levanta y avanza, siento su juventud, sus agiles movimientos, su vigor y fuerza, ¡que forma de correr!, ¡que manera de empuñar el arma!, ahora sí, lo maté, pude ver el polvo rojo que reventó del pecho. ¿Lo maté? No, yo no lo maté, no soy un asesino, lo mató la metralla, lo mató la máquina, ella fue quien lo mató, yo solo apunto y presiono, lo mató su gobierno que lo hizo venir acá, lo mató su madre que le dio la vida, lo mataron las balas que perforaron sus pulmones, lo mató su capitán que le dio la orden de tomar la colina, lo mató mi superior que me puso acá con ordenes de aferrar esta pieza de metal que me domina y roba vida, ellos lo mataron, ¡yo no!

Y siguen saliendo, casi llegan, tengo que hacerlos caer, barro el suelo sistemáticamente, el ruido de la ametralladora taladra de mi mente. Taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca. Taca-taca-taca-ta

Cinco, siete, nueve… ocho, nueve menos. Quiero rematar al de la derecha, se mueve aún entre lo que hasta hace poco era su interior, me da lástima, pero no hay tiempo, no hay tiempo, ni de vivir, ni de pensar, ahora soy una maquina de muerte, siento cada proyectil que disparo, cada vibración, cada vida que tomo.

El humo y el polvo me empañan la visión, ¿Por qué siguen saliendo? ¡No salgan más!, no ven que tengo que matarlos, no ataquen, por favor, ¡¡no ataquen!!...

Taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca-ta.

Quince, diecisiete….

Taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca-taca…

domingo, mayo 10, 2009

El viejo de la perra

Micro dramas de la vida real

Cuando lo vimos estaba bajando de su canoa, medio árbol ahuecado, cincelado a punta de hacha, machete y sudor, acomodaba su gorra entre manojos de cabello gris, la cara curtida por el sol, con surcos profundos que salían de sus ojos, como de lagrimas que duelen demasiado.

Pregunto por los guardaparques. Era para mí todavía una ilusión en medio de la tarde fresca de la selva. Venia indignado, a poner una denuncia, alguien había envenenado a su perra.

Narró con ojos tristes que había ido al pueblo con su perrita a comprar unos víveres y hacer unos mandados; cuando la buscó de nuevo al terminar sus negocios la encontró muerta con espuma en la boca y el cuerpo aún tibio, mientras unos locales se burlaban de él.

Yo sé quien la mató, lo hizo a propósito, que daño tenía que causarle a un animal de Dios que no le hace daño a nadie, yo sé quien la mató y tengo las pruebas, yo sé donde compró el veneno.

Había ido a la guardia rural del pueblo a poner la queja, pero no le dieron pelota, se les ocurrió que remitirlo al puesto de guardaparques ubicado 10 kilómetros río arriba era una mejor solución a los problemas del viejo, y hasta donde nosotros llegó impulsado por un remo destartalado y el deseo de justicia.

Ella estaba ahí, en la pequeña balsa, ocupando el lugar que siempre había ocupado cuando salía con su amo, más quieta que nunca, más silenciosa que siempre. Era un perro amable de esos que cuando se les llama se acercan con la cabeza gacha esperando cariño, esos flacos y llenos de pulgas cuyo pecado fue nacer en la calle, era linda aun cuando el rigor mortis empezaba a acariciar su cuerpo.

No valieron de mucho las explicaciones del funcionario sobre que el acto fue cometido fuera de la jurisprudencia del parque, y que con la inexistencia de pruebas no se podía culpar al sospechoso.

Solo al final el viejo, resignado, expresó… “pero ella era mi amiga” y calló, montó en su inestable balsa y se fue más solo que nunca en medio del rio, mientras trataba que su canoa no volcara ante el paso de las lanchas llenas de turistas rumbo a Tortuguero.


Créditos fotografía http://arturoalape.blogspot.com/