lunes, abril 23, 2007

El Peor Día. Continuación

NOTA: Esta historia inicia en la entrada anterior.

Me tiendo en cama con cuidado, quiero dormir y reponer energía. Llevo 30 horas sin dormir, realmente necesito descansar. Hoy me doy libre en la U, nada del mundo me hará moverme de esta cama, para mí el día termina ahora. Cierro los ojos. Suena el teléfono:

—Mae, tiene que venir urgente a la U, no puede faltar, si no mamamos en el proyecto, pero tiene que estar aquí antes de que termine la lección.

Maldición, tenía que ser ese curso, ese donde se pasa con 7 y los demás sencillamente van a penales. Ahora me tocaba ir a hasta San Pedro a luchar por el 5% de la evaluación intrergrupal, porque lograr el 70 sin ese 5% es tarea difícil y yo no me la quiero jugar así.

Miro el reloj, ya estoy 10 minutos tarde. En un ataque repentino y poco común de energía y voluntad, me tiro de la cama, busco mis tennis debajo de la cama, solo encuentro una, ¿dondé se metió la otra? ¿Dónde esta mi paraguas? No importa, cojo mi salveque y me dirijo a la puerta, ahí está el otro zapato. Me doy cuenta que la cochera esta vacía, ¿Dónde esta el carro? corro hasta donde trabaja Papá Madrigarejo y le pido las llaves. — Está loco —refunfuña mi padre— gasta como 5000 en gasolina. No no mejor vaya en bus—.

Trató de explicarle la situación, y él me responde con una retahíla sobre el mal estado de los frenos, el precio internacional de petróleo, mi licencia de conducir vencida. —Bueno, bueno, me voy en el cochino bus, esta bien, pero si pierdo ese curso es por su culpa—. Me alejo protestando, a la vez que me doy cuenta de lo infantil de mi respuesta. Tengo que atravesármele al autobús para que se detenga.

Una hora después el bus se mezcla en la maraña de transito que se niega a avanzar, aumentando la anarquía de la rotonda. El cielo azul y despejado que me acompañó subiendo el cerro, ha adquirido un tono oscuro se ha cubierto de nubarrones, lo mismo que mi estima hacia todo ser vivo. Solicito al chofer que me abra la puerta, bajo del autobús y empiezo a buscar un taxi que me lleve lo más rápido posible a la U. La providencia debió confundir mi señal de “taxi”, con alguna antigua invocación a la lluvia, pues en ese momento empezó a caer un copioso aguacero y ningún taxi libre.

Al cabo de un largo rato logro tomar un taxi, me sacudo el agua de mis ropas. Miro al taxista, aparenta como quince años, en la radio suena un reggaeton, “¿Por qué yo Señor, por qué yo?”.

—¿Onde lo llevo, manillo? —

—A la UCR, por favor—

—Esa es la que queda por San Pedro, ¿verdá?

—Emm, sí.

Lo siguiente fue una carrera a toda velocidad por las rotondas del sur de San José, un encuentro cercano del tercer tipo con “Fast and Furious” con música acelerada de fondo, adelantos salvajes y todo tipo de animaladas. “Pero bueno, por lo menos así llegó más rápido. Este mae deje saber lo que hace” pensaba mientras la copiosa lluvia empañaba el parabrisas y limitaba la visión, me empezaba a preocupar por la temeridad del conductor a mi izquierda. Afortunadamente llegamos a otra rotonda y debimos bajar la velocidad.

—Mae, esa es la salida para San Pedro. ¿verdá? — La pregunta me saca de mis meditaciones acerca de lo desagradable de poner la vida en manos de un estúpido, esos momentos en que la existencia se ve limitada a las decisiones de un incapaz mental, como era el caso.

¿Ah? —Dudo un momento —no, creo que es la otra.

La salida no era la otra, era esa. Música del carrusel de caballitos, mientras damos oootraaaa vuelta completa a la rotonda. Me siento como el inepto más grande del mundo. Esta vez el taxi sí toma la salida adecuada. Pausa música de caballitos. Play soundtrack de Fast and Furious. El taxi sigue su persecución.

—Es que esta es mi primera semana con el taxi—

En serio, que bien—

"¿Por qué yo Señor, por qué yo? Que alguien me saque de aquiiiiiiiiií."

La razón me dice que si no tengo el conocimiento, la experiencia, las condiciones climatologías, la edad, el coeficiente intelectual o la velocidad de respuesta neurosensorial para conducir a alta velocidad, simplemente no lo haga, pero desgraciadamente mi querido pichón de taxista no lo creía así.

Llegamos, milagrosamente sin rasguños y con vida, a la Fuente de la Hispanidad, a 500 metros de mi destino final. Son las 18:30, la presa es enorme, noto que mí experimentado chofer se acerca demasiado a los otros vehículos. Diez minutos después estamos frente el parque JFK (que no es lo mismo que KFC) todavía en el embotellamiento, me dan ganas de bajarme ahí mismo y caminar el tramo faltante, pero el aguacero me hace dudar.

Lindo, no ando el paraguas. Y adivinen quien lleva un mes con el puto paraguas dentro de la maleta y hoy lo deja olvidado.

“Me parece que lo mejor es tirarme aquí, me ahorraría como tres tejas y llegaría más rápido que en carro.”

No se avanza nada. El auto de enfrente acelera y avanza un par de metros, el taxista en un ataque de suprema estupidez, (realmente no sé como describirlo suprema estupidez se queda corto, bestialidad extrema, haga su aporte querido lector) acelera a fondo y se cambia al carril donde viene un bus, BUMM CRASHH, le da a un auto de adelante y un bus de costado. Me quedo frío, el mae también. El tipo del carro del frente se baja que se lo lleva puta, el chofer del bus vocifera no sé que. Y mi súper valiente taxista solo se queda inmóvil en su asiento sin atreverse a salir. Los otros conductores discuten un par de segundos, ignorando al taxi, que es el que tiene toda la culpa. Revisan sus vehículos y siguen sin tomar en cuenta al taxi, se dan la mano y se marchan. Asombrados los dos nos miramos, el hijo de puta me dice:

—Uyyy mae, que salvada—

Reconozco la suerte de este malparido, nadie le dijo nada, no se metió en ninguna bronca, solo se limitó a permanecer sentadote en su asiento rumiando la estupidez de sus acciones y salio victorioso. Nada más.

Me bajo del taxi, le pago y salgo corriendo dando gracias a Dios por mantenerme con vida. Ahora me doy cuenta que no debí pagarle ni mierda, y en lugar de decirle “No se preocupe, pura vida” debí de vociferarle que aprendiera a manejar y a usar cabeza por lo menos para hacerle un hoyo al parabrisas o si no que vaya y se estrelle contra la vagoneta que maneja la puta de su madre, cargada con las zorras de sus hermanas, que todos se despichen y exploten en mil pedazos, o algo así.

(Calma, calma, debo pensar en los niños que leen el blog. 1… 2… 3… 4.. 5… ya, ya me recuperé, seguimos)

Voy corriendo por la acera, tapándome con la mochila, ¡SPLASH! mi zapato se va en un hueco, esta oscuro y no lo vi, sigo corriendo, ahora saltando en un pie, mientras agito el otro sacudiéndome el barro.

Me apresuro renqueando. Hace cinco minutos que terminaron las clases. Llego a la facultad, noto algo diferente, pero no sé que es. Entró al pasillo, la oscuridad es total, solo al fondo la luz azul de un celular que se agita. Una ráfaga de viento pasa a lo lejos. No hay electricidad. Mis esperanzas se van con el viento

A ciegas me guió hasta el aula donde debería estar recibiendo lecciones, la luz de emergencia esta encendida. Quedan algunos de mis compañeros, les pregunto acerca de la evaluación, el asistente del curso me responde —Mae tranquilo, búsqueme mañana y hablamos, solo era llenar una hojilla—.

Solo era llenar una hojilla, solo una hojilla, PERO QUE HIJOS DE SU GRANDISIMA…. La verdad es que para ese momento estaba en neutro, ya no tenía que decir o hacer, no me pude expresar, lo que pasó pasó y ya, nada me importaba, Di media vuelta y salí con la cabeza gacha. Tenía otro curso después de ese, igual no habían lecciones debido a la falta de fluido eléctrico.

Cinco minutos después de haber llegado a la U, ya estaba de vuelta en el bus que me llevaría de nuevo a casa, mojado, con el tobillo torcido, cansado, enfermo, casi muerto en un accidente de tránsito, nada me importaba. Al colocarme en el asiento un pequeño pinchazo en glúteo derecho me recordó el morete, evidencia del piquete de la aguja.

Veo mi cara reflejada en el vidrio, le esbozo una sonrisa, la imagen me responde y me dice

—No se preocupe, vendrán días peores—.

lunes, abril 16, 2007

El Peor Día.

4:30 horas. Hincado frente al inodoro

–Ahhhhgggggg, auhgg huugg..

Maldición, el estomago me da vueltas y su pseudocontenido sale expulsado devolviéndose en su ruta. Creo que fue por el gallo de salchichón que ingerí a las 2:00. Me limpio la boca.

5:00 horas. Tirado sobre el escritorio de la computadora. Dormitando.

–Ten… gofff coffff… tengo que ir a la U… tengo que ir a la U, a la Uhhhhggggg


5:05 horas. Hincado nuevamente frente al inodoro, pensando

–Que mierda, pase toda la noche estudiando para ese hipueputa examen, no he dormido ni picha en toda la noche y ahora me pasa estooo.


9:00 horas.
Tendido en mi cama, pensando

“Bueno por lo menos ya dormí un ratito, de por si, fijo me iban a coger en el examen. Quien mete a esa puta profe haciendo un examen a las siete de la mañana, eso si es una injusticia. Ahora tendré que ir a la mierda esa del Seguro a sacar cita, o que me atiendan de emergencia, para tener una justificación con que reponer ese reputísimo examen de mierda”.


13:00 Clínica del Seguro Social, charlando con la secretaria.

La secretaria llena una boleta con los datos personales

–¿Como es que dan la dirección en su casa?

–Pues… de la clínica del seguro social 75 metros sureste, o del Banco de Madrigolandia 100 sur y 45 este, primer agujero a la derecha (La secretaria parece decir: este cara’e barro vive a la par de la clínica y no puede sacar una cita normal, tiene que recurrir a Urgencias.)

–¿Edad?

–23

–¿Estudiante verdad?

–Sí

–¿Lo asegura su mamá, verdad?

–Si, ahí esta el número del asegurado. (Ese es el beneficio de solo estudiar después de los 18)

–¿Vino en taxi, en auto, a pie o en bus?

“Pues mire, tome un helicóptero que me llevo hasta Cabo Caraveñal, luego un cohete Saturno V me puso en orbita, reingrese a la atmósfera en una cápsula espacial sujetada a un paracaídas desde la cual salté a un tren en movimiento para montar un burro que me trajo hasta la entrada, pero como no dejaron pasar al burro, caminé, entonces creo que llegue caminando, ¡¡ANIMAL!!”

13:45 Consultorio Médico, la doctora me examina el abdomen.

–Te voy a mandar una gravol

Miro lo que escribe en la receta médica –¿Y tiene que ser inyectable? –pregunto – ¿No es mejor en pastillitas?

–¿Y si después las vomitas?

–¡¡Picha!! Por eso no quería venir al doctor, pero no, hay que hacerle caso a la mamá: “Madrigolito, vaya a seguro, ¿va ir al seguro? Yo le digo a la doctora, pero vaya ¿si?”

Salgo agüevado para farmacia a entregar la receta de los inyectables y las pastillas. De camino me saludan por mi nombre la directora de la clínica, el enfermero, el ATAP y la miscelánea. Llego a la ventanilla de farmacia, esta cerrada. Me hago sombra con las manos para ver al interior del vidrio, veo a la farmacéutica, toco el vidrio, ella levanta el vidrio, besito, ve la receta, le hago ojos de perrito a punto de morir, mientras me da la colilla para retirar el medicamento. Me dirijo a enfermería con resignación.

14:00 horas. Frente a enfermería.

–¿Mmmmm… dónde estará aquella enfermera machita que inyecta tan bien?

La idea una jovencita bajándome los pantalones me consuela un poco. La machita no aparece. Un enfermero me llama al cubículo.

14:05 Acostado boca a bajo en una camilla. Pantalones a media nalga

Siento el frío del algodón empapado en alcohol sobre el primer cuadrante de mi gluteus maximus,. Cierro los ojos, respiro profundo, los segundos se hacen eternos, escucho el latir del corazón en el pecho. –Mae, no llore, no llore, aquí es donde se hacen los hombres de verdad, hombre, güevón ¡hombre! –.

–Respire profundo.

Aprieto los dientes, no me da tiempo de respirar, el metal penetra milímetro a milímetro en mi carne, al acercarse los finos vellos se erizan, el dardo se interna cada vez más en la piel.

–Hombre, güevón ¡hombre! – me repito – Picha, yo quiero a mi mami, mami mamiiiiiiiiiiiiii.

Siento como la jeringa inyecta su contenido dentro de mi carne.

–NOOOOO. Yo quería que fuera la machitaaaaaaaaaaa.

Debo aclarar que cuando yo era pequeño mi madre siempre era la que ponía las inyecciones, puesto que ella es enfermera profesional. Era entonces cuando yo abogaba por lo injusta e inhumana que era por someter a su hijo a tal sufrimiento y le decía que si me quería entonces no me inyectara. El timo nunca funcionó.

14:15 Seguro Social.

Subo las escaleras, renqueando y maldiciendo al puta que inventó las jeringas. Es que en verdad es algo inhumano, quien en su sano juicio insertaría un pedazo de metal en su nalga, manda güevo que no hayan inventado algo mejor que una jeringa. Además no era para tanto, ya estaba pura vida, solo fui al Seguro para que me dieran el fuking comprobante, no ocupaba ninguna inyección ni nada, y todo por culpa de esa bruja de profesora… bla bla bla.

15:00. En mi cuarto

Me tiendo en cama con cuidado, quiero dormir y reponer energía. Llevo 30 horas sin dormir, realmente necesito descansar. Hoy me doy libre en la U, nada del mundo me hará moverme de esta cama, para mí el día termina ahora. Cierro los ojos. Suena el teléfono:

–Mae, tiene que venir urgente a la U, no puede faltar, si no mamamos en el proyecto y….

Me equivoque. El día no ha terminado, aún quedan 9 horas más. Sencillamente lo peor estaba por venir.

¿Continuará?

domingo, abril 01, 2007

Divagaciones y Lágrimas.

Un post sobre chicharras y otras cosas que cruzan el cielo.

Este verano, las chicharras están sonando como nunca, de hecho no recuerdo cuando fue la última vez que hubo tanta chicharra. Eso le da un ambiente distinto al barrio, hace retroceder el tiempo, me hace sentir en medio del cafetal. Salir al patio y escuchar el interminable concierto, no queda más que tenderse en la hamaca y sentirse lejos.

Hay muchas cosas que pueden hacer llorar a la gente. Todos guardamos un baúl con cosillas que activan nuestros lagrimales. Y no son cebollas. En mi caso solo he descubierto una cosa que puede hacerme llorar en menos de 20 segundos, exceptuando la cancelación de Bob Esponja. Y esto es un vídeo sobre la conquista del espacio y más si viene con alguna melodía orquestal épica de fondo.

Sé que es raro, pero con solo ver las primeras imágenes del Sputnik me quedo absorto, un Saturno V de 110 metros de altura elevándose en medio fuego y humo, me produce un vacío enorme en el pecho, para cuando “Brazofuerte” da sus primeros pasos en la Luna ya tengo los ojos humedecidos. Pensar que un mierdoso ser humano caminó en la Luna hace casi 40 años, todavía me parece increíble. Después, ver pasar imágenes de las sondas Voyager, Viking, el proyecto Apolo, Galileo, transbordadores espaciales, SkyLab, caminatas espaciales, el Hubble, MIR, Spirit, Cassini. Lo que puede hacer la maravillosa inteligencia del hombre cuando se lo propone. El esfuerzo, dedicación y sacrificio que implica cada uno de esos logros. La gran Estación Espacial Internacional y la majestuosa Tierra vista desde el espacio, bella, azul. Nunca logro contenerme y termino moqueando, pensando en que apenas estamos en pañales. Hace 104 años el Flyer de los hermanos Wright, voló unos metros, los primeros, el inicio del sueño.

Dos mil cuatro, los carritos Opportunity y Spirit recorren Marte. A inicios del 2005 Cassini-Huygens (en la foto) aterriza en Titán, la mayor luna de Saturno. La misión New Horizons, lanzada en enero del 2006 llegará a Plutón en 2015. ¿Donde estaremos dentro de 100 años?

Hoy las sondas Voyager 1 y 2, lanzadas en 1977 y 1979 están saliendo del Sistema Solar, son los objetos más lejanos jamás enviados por el hombre al espacio. Llevan un disco de oro, grabado con el saludo de la humanidad en más de 50 lenguas, además de música de Mozart, Bach y Bethoveen. Y nosotros aquí, solo esperando, escuchando el canto de las chicharras, viviendo, matándonos unos a otros, llorando, blogueando…