miércoles, septiembre 21, 2005

DESFILE DE FAROLES:

El oficial de tránsito como guía

Este 14 de setiembre, feliz de salir de clases y de tener un día feriado por delante, estaba ansioso esperando el autobús que me llevara a Madrigolandia, mi hogar, es eso veo una linda cara femenina en el asiento del pasajero en un automóvil, me hace señas de que me acerque, dudo un momento, vuelvo a ver al conductor, un tipo al que conozco de vista pero pocas veces he tratado, me acerco al carro –bueno de por si somos familia – pienso refiriéndome al conductor mientras abro la puerta trasera y me monto feliz de conseguir un pase gratis y rápido a casa.

El auto dobla a la derecha, recorre 10 metros y oigo a mi amiga, la que me hizo las señas, mencionar algo de alguien –mire ahí estaba Juliano– me quedo pensando cual Juliano será y otros 10 metros después el reflejo azul de una sirena hace que el auto se detenga a una orilla de la calle, vuelvo a ver al chofer, Chaco tiene por ahí de 20 años, está tranquilo como si la cosa no fuera con él, pero aun así yo me siento incómodo, ¿será por el cinturón? nop, todos lo tienen puesto, menos…, menos yo, pero no, no creo que sea porque no llevo el cinturón de seguridad puesto, me acabo de montar al carro razón por lo que no me lo puse aún, además el oficial de tráfico no me iba a ver en el asiento trasero ¿o sí?.

El oficial se acerca al carro, yo pido que no sea por algo que tenga que ver conmigo. Al rato de conversar el chofer sale del carro y se aleja un poco de auto, mientras Nana, mi amiga y ex-vecina (una verdadera lástima que se mudara) habla con un tipo por el celular –Siii, amor vieras que Daniel, le esta haciendo un parte a un amigo… – me le quedo viendo sorprendido y preguntándome como demonios puede conocer al oficial, y si lo conoce porque no le dice algo para mitigar la situación, – es que es un odioso, me cae bien mal y nunca me habla, además solo echarle viejas a mi novio que también es tráfico – responde Nana como adivinando las preguntas en mi perpleja cara –bueno ahora sí sé porque nos pararon – le digo, mientras nos reíamos de las ironías de la vida, ella vuelve a llamar a su noviecito para que interceda en la situación, más o menos fue algo así:

– Si, es que ese mae, Daniel, le está haciendo un parte a un amigo mío– vuelve ella a comentar.
– ¿Como? ¿Qué donde estoy? pues en el carro de mi amigo, que ¿qué hago montada aquí? pues me lleva para la casa –respondía ella cada vez más irritada.
– Nooo, y porque tengo que decirte algo antes que alguien me lleve en carro–

Ya sabrás por donde se fue la cosa, aquello fue un pleito, ella respondía al teléfono, que con quien ella se fuera no era asunto de nadie, que no tenía que ser tan celoso, que el carro era de un compañero del colegio y que además también iba un vecino en el carro y bla bla bla. Esto mientras el afortunado chofer esperaba la ayuda del contacto que su pasajera estrella estaba llamando, y que rápidamente convirtió aquel lío de ruedas en uno del corazón; a la vez que este servidor se preguntaba a que hora se le ocurrió subirse en aquel viaje, mientras un autobús con destino a Madrigolandia pasaba de largo por la calle.

Pero bueno, al final el asunto terminó en una multilla de ¢2.000 por no llevar la Revisión Técnica Vehicular al día (le salio barato por esta vez), y la cuestión de los celos quedo standby hasta llegar a casa, ¡hasta llegar a casa! esa fue la segunda odisea de la noche.

Subimos la colina y empezamos a bajar de las alturas en busca del hueco que lleva a mi madriguera, cuando vimos una larga fila de lucecitas que hacían cola en la carretera, pero no, no eran faroles como era de esperar un 14 de setiembre, era una gran y lenta columna de unidades expedidoras de CO2, me pregunte la causa y recordé mis épocas colegiales cuando traer la antorcha de la independencia desde lo alto del cerro era parte de los festejos patrios (ahh, esas chicas en ajustados pantaloncillos corriendo por la calle), cabe decir que de los 365 días del año, a diferencia de otras carreteras, durante 364 días las presas son inexistentes en la ruta 54 (es cierto, no es mentira, algo así todavía existe) excepto durante 3 horas del día 365, ¡adivinen que! ese día era hoy.

Conclusión, si alguna vez me ven en una parada esperando el autobús y en su coche sobra un espacio vacío, hagan que no me conocen y pasen de largo.

No, es mentira, siempre mi corazón está esperando que alguien me lleve y me libre de ese suplicio que es el transporte público, este día la buseta en que la estaba destinado viajar, iba cual lata de sardina en el sostén de Angelina Jolie (rayos, eso si es apretado) lo sé porque venía detrás de nosotros en el embotellamiento, al igual que todos los buses que habían salido desde 3 horas antes.

Y bueno, a Chaco, el chofer, no lo he visto más en su auto, donde lo veo ahora es en el bus al cual todos los días asiste religiosamente, Nana se arregló con su novio, que no a dejado de ser celoso, pero nos reímos de él cada vez que compartimos asiento en el autobús; y yo aún sigo pensando en las bien formadas piernas de las colegialas y su gracioso correr. ;-}

CHAO!!!!

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